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DE IZQUIERDA A DERECHA. La muñeca
política de Francisco está siendo puesta a prueba. |
En estos días en Cuba, Bergoglio se dio tiempo para visitar a Fidel Castro en su residencia particular, con quien intercambiaron opiniones sobre diversos temas.
En la isla caribeña ofició misas en la que dejó definiciones interesantes como "queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación", "nuestra revolución pasa por la ternura" y "nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas".
Todas ellas pueden ser vistas como (tibios) llamados de atención al régimen castrista que lleva varias décadas sometiendo a los cubanos. Pero nada más.
Este Sumo Pontífice parece más abocado a obtener la libertad religiosa en Cuba, más que libertad de su pueblo; de hecho, la Iglesia Católica ha sido perseguida y vigilada de cerca por el comunismo cubano. Y para Cuba, el Vaticano puede ser una suerte de escudo ante las condenas del imperialismo. Si lo vemos por el lado amable, tal vez el prelado argentino entienda que la primera es el primer paso para lograr la segunda.
Personalmente, me quedé esperando un gesto paternal de Francisco para con los disidentes cubanos, despreciados al punto de su supresión total de su propia tierra. En estos últimos meses, el sucesor de Pedro criticó duramente a "cultura del descarte" en Europa... pero evitó referirse a quienes son reprimidos violentamente por resistirse al Gobierno de los hermanos Castro. Se denunció que fueron detenidos algunos activistas opositores al castrismo por intentar acercarse al Papa; sin embargo, Francisco aseguró que no le consta que tales hechos vergonzosos hayan sucedido.
Francisco goza de una gran popularidad en todo el mundo, superior a las de sus últimos antecesores. Y de allí que no fueron pocos los que quisieron apoderarse de este Papa. En consecuencia, desde distintos sectores llovieron etiquetas sobre la figura del Papa Francisco, como si lo quisieran enlazar y arrastrarlo hasta adonde le conviene a ciertos sectores. Desde su asunción, se lo señala como "comunista" (!) y hasta increíblemente como "peronista" (?), a pesar de que el jesuita argentino nunca reivindicó ni al comunismo ni a Juan Domingo Perón.
Francisco quiere mostrarse independiente de todos los poderes de este mundo. No permite que nadie le marque la agenda. Así, este Papa sigue haciendo lío. A su manera, claro.
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