Nos impacta los asesinatos de Candela Sol Rodríguez, Gastón Bustamante, de Tomás Santillán, de Dayán González y las masacres de La Plata y Mendoza, como casos más emblemáticos.
En todos esos casos, los victimarios son personas que integran el círculo íntimo de las víctimas, ya sean familiares o conocidos de sus familias.
Algunos se apresuran en hablar de "violencia de género" como común denominador en todos esos casos. Pero, si hurgamos un poco más en esas historias, podemos observar cómo los niños quedan en el medio de las miserias humanas de los adultos y pagan con su inocencia y su vida: familias rotas, padres y madres irresponsables, dramas pasionales, patologías psiquiátricas que no son tratadas.
Los matices son diversos en cada caso. Algo estamos fallando como sociedad. Así estamos envenenando a futuras generaciones.
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