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MIGUEL MATEO MUÑOZ. Víctima de la inseguridad "mutante" |
El domingo 14 de agosto pasado, poco después de las 1:30 hs. le dijo a su madre que iría al Hospital San Roque porque sentía un dolor en el pecho. Muñoz nunca llegó a ingresar al mencionado nosocomio y desapareció sin dejar rastro alguno; su madre y su novia intentaron en vano comunicarse con él llamándolo a su teléfono celular.
Alarmados por la inexplicable ausencia, sus familiares radicaron la denuncia pertinente en la Comisaría 21º para que se inicie la investigación. Ante la falta de respuestas de la Policía de San Juan, familiares y amigos de Muñoz empezaron a sospechar de los agentes de seguridad que se desempeñan en la mencionada Comisaría. Es que, según algunas versiones, Muñoz no tenía una buena relación con algunos policías jachalleros; de hecho, los efectivos policiales lo habían calificado como "revoltoso" porque habría participado en algunas grescas callejeras, en las que habría ofrecido "resistencia a la autoridad".
La presión popular sobre la Policía de San Juan fue creciendo hasta que, anoche, todo estalló: un grupo de manifestantes arremetió contra la Comisaría, arrojando proyectiles y neumáticos en llamas. Posteriormente, se dirigieron contra el edificio de la Municipalidad de Jáchal en donde incendiaron seis oficinas, incluidas la del Intendente Jorge Barifusa y la Sala del Concejo Deliberante. Entre los destrozos, los manifestantes quemaron una camioneta que era propiedad del agente policial Fabio Saavedra. A la hora de dar alguna explicación de los hechos, tanto el Gobernador José Luis Gioja como el Intendente Barifusa coincidieron en que todos los desmanes no habrían sido espontáneos sino que, según sus palabras, se trataron de actos vandálicos premeditados.
Premeditados o espontáneos, esos desmanes son una muestra de lo endeble que es nuestra democracia. Una de las consecuencias negativas de estos casi 28 años consecutivos de gobiernos constitucionales es que los argentinos no solo que descreemos de los gobernantes a los que votamos sino que terminamos atentando contra las instituciones democráticas.
Estos incidentes obtuvieron amplia repercusión en medios de comunicación de casi todas las provincias, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, lo cual molestó (y mucho) al Gobernador Gioja. Es por eso que se entiende que el titular del Ejecutivo Provincial bramara ante la complaciente prensa sanjuanina que “cuando pasan cosas buenas en San Juan, no están en los medios nacionales y, cuando pasan cosas como ésta, si están”. El primer mandatario sanjuanino viene desde hace años tratando de instalar su imagen en la escena política nacional, y los resultados se sitúan muy lejos de los que se podrían esperar ya que, en las pocas veces en que lo tiene en cuenta, el periodismo porteño le cuestiona su excesivo personalismo y la controvertida política minera. Sus funcionarios y la prensa adicta sanjuanina han estado trabajando para publicitar la hipotética candidatura presidencial de José Luis Gioja, tarea que seguramente será retomada luego del próximo 10 de diciembre.
En el caso puntual de San Juan, la inseguridad es uno de los dilemas por los que José Luis Gioja ha hecho poco y nada desde que gobierna esta Provincia (recordemos que el líder del Frente para la Victoria está desde el año 2003 al frente del Gobierno Provincial). A veces, da la impresión que el primer mandatario provincial entiende que soluciona este problema mandando más efectivos policiales a las calles (no sin antes llamar a sus amigos periodistas para darle más espectacularidad a sus medidas). Lo cierto es que, en los hechos, Gioja y sus colaboradores se han mostrado incapaces de reaccionar ante este flagelo social que es la inseguridad que los sanjuaninos padecemos a diario.
GIOJA CUIDA MÁS SU KIOSCO. El gobernador sanjuanino parece estar más preocupado por la negativa repercusión mediática del "Caso Muñoz" que por la seguridad de los jachalleros |
Lo cierto es que, entre tantas mutaciones delictivas y mutantes delincuentes, se apagó la vida de Miguel Muñoz.
Queda flotando en el aire la pregunta si este caso será debidamente resuelto o si, por el contrario, entrará en laberintos judiciales y de encubrimientos hasta naufragar en la impunidad, como tantos otros casos suscitados en este querido San Juan.
No sabemos hasta qué punto esa vida tiene algún valor para quienes nos gobiernan y, si la tiene, difícilmente valga más que ganar una nueva elección.
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